Comienzo

jueves, 23 de abril de 2009

Otra vez un desierto. ¿Qué hacía yo de nuevo aquí?
Tenía tanta sed… Sólo podía pensar en una botella de agua y el líquido derramándose por mi garganta. Qué extraña sensación, me abrasaba pero me alentaba a continuar.
Esta vez nadie vendría a salvarme.
No atisbo a reconocer el rostro que aparece en mi cabeza. Alguien que me habla. Me dice que me lo he buscado. Pero yo no tengo la culpa de estar allí. Simplemente he estado siempre en este lugar. ¿O no? Quizá antes pertenecía a otra sociedad. Puede que no sea lo que siempre he pensado que soy.
¿Has vivido alguna vez uno de esos momentos en los que sabes que algo ha acabado definitivamente? Siempre hay alguien que te dice “tranquila, que seguro que se arregla” Pero tú sabes que no, porque has dicho todo lo que tenías que decir y has escuchado todo lo que eras capaz de escuchar y llevas impregnada la marca de un final inminente.
Vives gritando que deseas que llegue esta circunstancia y cuando llega, te deja vacía. No importa quién eres y lo mucho que has defendido tus principios. Sólo importa que ahora estás sola.
Sola.
En un alarde de egoísmo te das cuenta de que prefieres no sentirte llena y tenerlo al lado que anteponerte a ti misma y dejarlo ir. Bien mirado, más que egoísta, es patético.
Pero al final comprendes que las mentiras, incluso aquellas que intentan hacer feliz a la gente, pesan demasiado para las finas cuerdas que las sujetan; y terminan por caer por su propio peso. No te descubren… te descubres.
Pero todo esto no conseguía explicarme por qué tenía sed y por qué había vuelto al desierto. Recordé aquel mundo que no era el mío y aquella felicidad que no habría sabido encontrar de otra forma.
Sí, ya lo entiendo. Tengo que empezar de nuevo.

1 comentario:

Breath dijo...

Hermanita, me he hecho un cachivache de estos... Te pongo en seguir xD (supongo que sabrás quien soy.. ¬¬

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